jueves, 8 de abril de 2010

el borde de la banquina;


Vamos a tocar el borde de la banquina;
acá el sol calienta todos los días su soledad,
pero nadie se detiene,
sólo algún viajero con infortunio,
sólo algún viajero, pero eso nunca pasa.
A veces cuando llega la lluvia, se queda triste,
se hace más inhóspita.
Acá está, es el borde de la banquina,
tiene toda la soledad de un pájaro al morir.
Esperemos, otra cosa no hay que hacer,
es así, es de lo que hay para amar en las lejanías;
mirar la solitaria y difusa ruta desde este nuevo hogar.
No tiene reedio, acá nos quedaremos,
hasta que ella diga basta, hasta que nunca más vuelva por acá
hasta que nnos deje solos otra vez,
en otra ruta,
esperando,
acá en el borde de la banquina.

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